¿Quieres refrescarte? 14 ideas para intentarlo El calor extremo puede afectar significativamente la salud, especialmente en personas vulnerables como los niños, ancianos y aquellos con enfermedades crónicas. En un entorno médico, es crucial comprender y aplicar métodos efectivos para reducir la temperatura corporal y prevenir complicaciones relacionadas con el calor, como la hipertermia. A continuación, exploramos 14 ideas para refrescarse, respaldadas por la ciencia y la experiencia médica, que pueden ser útiles tanto en la práctica clínica como en la vida diaria. 1. Hidratación constante y adecuada El agua es fundamental para regular la temperatura corporal. Durante periodos de calor intenso, la sudoración incrementa, lo que puede llevar a la deshidratación si no se repone adecuadamente el líquido perdido. Se recomienda el consumo de agua en pequeñas cantidades y de manera constante a lo largo del día. Además, el agua con electrolitos puede ser particularmente útil para reponer sales minerales, especialmente en personas que realizan actividad física o están expuestas al calor por largos periodos. 2. Baños de inmersión con agua fresca Los baños de inmersión en agua fresca (no fría) son una técnica efectiva para reducir la temperatura corporal. En un entorno clínico, pueden ser utilizados en pacientes que presentan signos de hipertermia. El agua a una temperatura entre 18-22°C es ideal para lograr un enfriamiento gradual y seguro. Este método no solo refresca, sino que también puede tener un efecto calmante y relajante. 3. Compresas frías en puntos clave Aplicar compresas frías en áreas estratégicas del cuerpo, como la frente, cuello, axilas e ingles, puede ayudar a bajar la temperatura central. Estos puntos son zonas donde los grandes vasos sanguíneos están más cercanos a la superficie, facilitando la disipación del calor. Es un método simple y efectivo tanto en casa como en situaciones de emergencia. 4. Ropa ligera y transpirable El tipo de ropa que se usa puede influir significativamente en la regulación de la temperatura corporal. Se recomienda usar ropa ligera, de colores claros y fabricada con materiales transpirables como el algodón o las telas técnicas que permiten la evaporación del sudor. Evitar las prendas ajustadas también contribuye a mejorar la ventilación y, por ende, a mantenerse fresco. 5. Uso de ventiladores y aire acondicionado Los ventiladores ayudan a mover el aire, facilitando la evaporación del sudor y el enfriamiento del cuerpo. En espacios cerrados, el uso de aire acondicionado es una herramienta eficaz para mantener una temperatura ambiente confortable, especialmente en hospitales y clínicas donde es crucial evitar la hipertermia en pacientes vulnerables. Es importante regular la temperatura del aire acondicionado entre 22-25°C para evitar cambios bruscos de temperatura al salir al exterior. 6. Consumo de alimentos frescos y ligeros Durante los días calurosos, el metabolismo se ve afectado por la digestión de alimentos pesados, lo que puede incrementar la sensación de calor. Optar por comidas ligeras y frescas, como ensaladas, frutas y verduras con alto contenido de agua (sandía, pepino, melón) no solo facilita la digestión, sino que también ayuda a mantener el cuerpo hidratado y fresco. 7. Evitar la exposición directa al sol La exposición directa al sol durante las horas pico (10 a.m. a 4 p.m.) puede llevar a un aumento peligroso de la temperatura corporal. Es recomendable buscar sombra, usar sombreros, gafas de sol y protector solar para evitar la absorción excesiva de calor y prevenir quemaduras solares. En el ámbito médico, es importante educar a los pacientes sobre los riesgos de la exposición solar y las medidas de protección adecuadas. 8. Ejercicio físico en horarios frescos El ejercicio físico genera calor interno que, sumado al calor ambiental, puede sobrecalentar el cuerpo. Es preferible realizar actividades físicas en las primeras horas de la mañana o al anochecer, cuando las temperaturas son más bajas. Además, es esencial mantenerse bien hidratado antes, durante y después del ejercicio para compensar la pérdida de líquidos a través del sudor. 9. Uso de nebulizadores de agua Los nebulizadores de agua son una excelente opción para refrescarse rápidamente. Estos dispositivos pulverizan agua en finas gotas, que al entrar en contacto con la piel, se evaporan y generan una sensación inmediata de frescor. Pueden ser utilizados tanto en exteriores como en interiores, y son especialmente útiles en áreas donde la humedad relativa es baja. 10. Duchas frías intermitentes Tomar duchas frías es una forma rápida y efectiva de reducir la temperatura corporal. Sin embargo, es importante que el agua no esté extremadamente fría, ya que podría provocar una vasoconstricción brusca. Duchas con agua tibia a fresca son ideales para refrescarse sin causar un choque térmico en el cuerpo. 11. Evitar bebidas alcohólicas y cafeína El alcohol y la cafeína tienen propiedades diuréticas que pueden contribuir a la deshidratación. Durante periodos de calor extremo, es recomendable reducir o evitar el consumo de estas bebidas, ya que pueden dificultar la regulación de la temperatura corporal y aumentar el riesgo de sufrir un golpe de calor. 12. Crear ambientes frescos en el hogar y trabajo Mantener las persianas o cortinas cerradas durante las horas de mayor radiación solar ayuda a reducir la acumulación de calor en interiores. Utilizar ventiladores de techo, abrir ventanas en horarios frescos para facilitar la ventilación cruzada, y utilizar luces LED (que generan menos calor) son medidas que contribuyen a mantener un ambiente más fresco en el hogar y el lugar de trabajo. 13. Ingerir infusiones frías y bebidas isotónicas El consumo de infusiones frías como el té verde, el té de menta o el agua de cebada puede ser refrescante y, además, aportar beneficios antioxidantes. Las bebidas isotónicas también son útiles para reponer electrolitos perdidos durante la sudoración intensa, especialmente en personas que realizan actividades físicas o están expuestas al calor por largos periodos. 14. Respirar de manera controlada La respiración es un mecanismo natural que puede influir en la temperatura corporal. Técnicas de respiración controlada, como la respiración diafragmática o la respiración profunda y lenta, pueden ayudar a calmar el cuerpo y mente, lo que indirectamente contribuye a la regulación del calor interno. Enseñar estas técnicas a los pacientes puede ser una herramienta adicional en la gestión del estrés y el calor.